Proyecto
Manhattan. La antesala de la destrucción.
Entre 1939 y 1945 el
mundo vivió la más violenta de las confrontaciones armadas de la historia, La Segunda Guerra Mundial. No cabe duda
que el género humano siempre inventa un modo de autodestruirse, pero ¿cuál es
la necesidad de hacer realidad el sufrimiento?
Adolf Hitler, político
y dictador alemán, líder del partido nacionalsocialista, llevó al estallido de
la guerra. En 1933, llega al poder presidencial de Alemania Nazi, con una
política que tenía como objetivo establecer un Nuevo Orden en el que Alemania y
la raza aria tendrían un papel hegemónico mundial1. Por tal motivo, constituyó
un amenaza directa para los homosexuales, gitanos, eslavos, discapacitados
físicos, enfermos mentales, prisioneros de guerra soviéticos, opositores
políticos a su régimen, cristianos y judíos, personas consideradas racialmente
inferiores, que fueron exterminadas poco a poco en campos de concentración.
Muchas personas huyeron
de Europa tras ésta situación, entre ellos, algunos de los mejores científicos,
como Edward Teller, personaje húngaro destacado en el campo de la física
atómica; Leo Szilard, de nacionalidad húngara, audaz físico teórico y Albert Einstein, físico alemán de origen judío,
destacado por su teoría de la relatividad; uno por uno éstos científicos se
instalaron en E.U.A. en cuyas universidades encontraron refugio2.
Europa sufría las
consecuencias de éste conflicto bélico, pero hasta ese momento, ningún país de
América pensaba en la necesidad de oponerse al régimen nazi; sin embargo, poco
tiempo después Estados Unidos intervino, ¿qué fue lo que detonó esa decisión?
Una de las razones es, que en 1938 llegaron noticias alarmantes de Alemania. Los
científicos germanos habían dividió el átomo bombardeando núcleos de uranio con
neutrones que los hacían inestables. Durante la división, tenían lugar una
pérdida de masa que producía energía cinética. Habían descubierto la Fisión, una
reacción nuclear muy poderosa, en la cual el núcleo se convierte en diversos
fragmentos, con una masa casi igual a la mitad de la masa original, más dos o
tres neutrones; con todo ello, se abrió la caja de pandora3, porque
el descubrimiento científico alemán daba los cimientos para la creación de una
primera bomba, en la que el resultado seria una reacción en cadena, cuya fuerza
explosiva iría aumentando de forma exponencial, y traería como consecuencia, un
enorme daño a la humanidad.
Fue entonces cuando en
Estados Unidos cundió la alarma. Leo Szilard, conocía el funcionamiento de la
maquinaria política de Alemania, pues había huido de Europa, y sabía que la
política de agresión y conquista de Hitler en la guerra, podría llegar a ser
aún más grave si lograban construir un arma tan poderosa como lo es la bomba.
De ello quería advertir al presidente de Roosevelt, pero sabía que carecía de
la influencia necesaria para hacerlo; por ello, escribió una carta al
presidente y buscó un importante aliado para que la firmara, Albert Einstein.
Pidió a su amigo, Edward Teller, que le llevara hasta la casa de verano de
Einstein, en Long Island, en donde se firmó dicho documento4. A
continuación, un fragmento de la carta:
F.D
Roosevelt
Casa
Blanca Washington, D.C.
Señor.
Recientes
trabajos de Fermi y L. Szilard me han sido comunicados por escrito, me permiten suponer
que el elemento uranio puede convertirse en una nueva e importante fuente de
energía en un futuro inmediato…
…Esto
puede desencadenar una reacción en cadena en una gran masa de uranio…
…Este
fenómeno induciría a la construcción de bombas extraordinariamente potentes que
podría bien destruir la totalidad de las instalaciones portuarias y parte del
territorio circundante…
…Creo
que en la actualidad Alemania ha dejado de vender el uranio procedente de
Checoslovaquia…. [Suponemos] que en Berlín se repiten algunos de los trabajos
estadounidenses sobre el uranio.
“Muy
atentamente, Albert Einstein”5
En 1939, como respuesta
a la carta que Einstein y Szilard le escribieron para prevenirle, el presidente
Roosevelt constituyó el comité consultivo sobre Uranio6.
4HORACIO
GARCÍA FERNANDEZ. La bomba y sus hombres. México, 1997, página 79.
5Ibídem.,
pp. 78.
6Op.cit.
Enrico Fermi, uno de
los últimos refugiados de dicha guerra, físico de 37 años, participó junto a
Szilard en este comité, en donde analizaron el primeros pasos para la creación
de la bomba, así como la cuestión de si en un reactor de uranio podía inducirse
una reacción en cadena sostenida, pues sin la duplicación sucesiva de la
potencia de la reacción, sería imposible construirla7.
Mientras el comité se
organizaba para dar comienzo a sus primeras investigaciones, el Instituto
Kaiser Wilhelm de Berlín, (nombre de una sociedad que representaba un conjunto
de instituciones (KWI) científicas de Alemania y que operaron como un bloque monolítico
desde 1911 hasta 1945), había comenzado a realizar investigaciones activas
sobre el uranio, lo que preocupó la comunidad científica norteamericana8.
El 7 de diciembre de
1941, el ejército Japonés atacó Pearl Harbor; los nipones hundieron 19 buques
de guerra de estadounidenses y mataron a mas de dos mil soldados. Al día
siguiente, Estados unidos declaró la guerra a Japón9; la Segunda
Guerra Mundial dejo de ser un conflicto exclusivamente europeo. La entrada de
Estados Unidos en la guerra, aceleró la creación de un proyecto formal de bomba
atómica; el presidente Roosevelt aprobó la producción del arma.
El general de brigada
Leslie R. Groves, un experto ingeniero y administrador, fue elegido para
dirigir el conocido Proyecto Manhattan. Él solo se encargó de vigilar su curso,
no se integró al área de investigaciones, porque no tenía los conocimientos
científicos para hacerlo, por lo tanto, designó a su vez al científico
Robert Oppenheimer, físico estadounidense, como encargado 10.
Una brigada de
científicos, ingenieros y el ejército, colaboraron en una iniciativa del
Proyecto Manhattan. En tan sólo 2 años construyeron un complejo industrial; con
el fin de fabricar combustible para la bomba atómica.
Los constructores de la
bomba invirtieron más de 500 millones de dólares para efectuar la primera
explosión atómica fabricada por el hombre, tan sólo 28 meses después de que los
científicos pisaran por primera vez el laboratorio de las instalaciones del
Proyecto Manhattan, en los Álamos, Nuevo México11.
7Ibídem.
8 Instituto Kaiser Wilhelm, Disponible:
www.comoves.unam.mx/articulos/injusticia/injusticia1.html
9Ataque a Pearl Harbor. Disponible:
http://noticias.universia.net.mx/enportada/noticia/2011/12/07/896337/ataque-pearl-harbor.pdf
10 Ibídem.,
pp. 78
11 Op.
cit
A las 5:30 a.m. del 16
de Julio de 1945, científicos y
dirigentes aguardaban la detonación de la primera bomba atómica en una árida
zona del desierto de Nuevo México, conocido apropiadamente como Jornada del muerto12. Sin
embargo, aquella mañana muchos de los físicos más destacados del mundo volvían
la mirada ansiosamente hasta el perímetro donde tendría lugar la prueba,
esperando ver los resultados de su trabajo.
Lo que sucedió supero
todo lo previsto. Para los observadores la prueba constituyo un éxito, para
otras personas, que juzgaron posteriormente las cosas, aquello constituyó en
otro sentido un enorme fracaso. La inteligencia, la que nos caracteriza como
seres humanos, la que existe en armonía con los sentimientos de solidaridad y a
su servicio, fue superada por la violencia, por el afán del dominio.
Algunos científicos,
entre ellos Opennheimer, se impresionaron tanto por los acontecimientos que
empezaron a sentir, más cerca, lo que la bomba significaba en términos de
sufrimiento humano, y no en número de bajas, y quizá por eso se opusieron, más
adelante a la proliferación de armas nucleares13.
Fue finalmente el 6 de
Agosto de 1945 cuando se lanzó la primera bomba atómica sobre Japón y destruyó
Hiroshima. Tres días después, se sacrificó Nagasaki14.
Para
alcanzar la paz éste grupo de científicos construyó el arma más vanguardista
del momento, para luchar contra el fascismo liberaron toda la potencia del
átomo; la excelencia teórica se unió con el esfuerzo de la ingeniería y es así
como una pesadilla épica se vuelve realidad, la bomba atómica.
Las consecuencias
físicas y genéticas de la exposición a las bombas atómicas no han desaparecido,
pro el contrario, tienden a aumentar la cifra de enfermos entre los
descendientes de las víctimas.
La
posibilidad de emplear la energía atómica como un instrumento de presión
política en tiempos de paz, y como una amenaza de súbita destrucción en tiempos
de guerra, es la única razón para considerarla de una manera distinta respecto
a los demás descubrimientos del hombre en el ámbito de la física.
12Op. Cit.
13Ibídem
14Ibídem
Los científicos
involucrados en la elaboración de este proyecto no intentaron esgrimir ninguna
autoridad al hablar de los problemas que la política nacional o internacional
pueda plantear.
Es por
eso que consideramos nuestro deber contribuir al reconocimiento de la gravedad
de los problemas políticos que implica la posesión de la energía nuclear y
hacer ver la necesidad de adoptar las medidas adecuadas para su estudio y tomar
las decisiones pertinentes.
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